septiembre 02, 2007

NORMAS DE QUITO 1967

INFORME FINAL DE LA REUNION SOBRE CONSERVACION Y UTILIZACION DE MONUMENTOS Y LUGARES DE INTERES HISTORICO Y ARTISTICO

Quito, 1967


1. INTRODUCCIÓN

La inclusión del problema que representa la necesaria conservación y utilización del
patrimonio monumental en la relación de esfuerzos multinacionales que se
comprometen a realizar los Gobiernos de América, resulta alentador en un doble
sentido. En primer término, porque con ello los Jefes de Estado dejan reconocida, de
manera expresa, la existencia de una situación de urgencia que reclama la
cooperación interamericana, y en segundo lugar, porque siendo la razón fundamental
de la Reunión de Punta del Este el común propósito de dar un nuevo impulso al
desarrollo del Continente, se está aceptando implícitamente que esos bienes del
patrimonio cultural representan un valor económico y son susceptibles de erigirse en
instrumentos del progreso.
El acelerado proceso de empobrecimiento que vienen sufriendo una mayoría de
los países americanos como consecuencia del estado de abandono e indefensión en
que se encuentra su riqueza monumental y artística, demanda la adopción de
medidas de emergencia, tanto a nivel nacional como internacional, pero la eficacia
práctica de las mismas dependerá, en último término, de su adecuada formación
dentro de un plan sistemático de revalorización de los bienes patrimoniales en función
del desarrollo económico-social.
Las recomendaciones del presente informe van dirigidas en ese sentido y se ciñes
específicamente, a la adecuada conservación y utilización de los monumentos y
lugares de interés arqueológicos, histórico y artístico, de conformidad con lo que
dispones en el Capítulo V Esfuerzos Multinacionales Literal d) de la Declaración de
Presidentes de América.
No obstante precisa reconocer que, dada la íntima relación que guardan entre sí el
continente arquitectónico y el contenido artístico, resulta imprescindible extender la
debida protección a otros bienes muebles y objetos valiosos del patrimonio cultural a
fin de evitar que se sigan deteriorando y sustrayendo impunemente y de procurar,
asimismo, que contribuyan al logro de los fines perseguidos mediante su adecuada
exhibición de acuerdo con la moderna técnica museográfica.

II. CONSIDERACIONES GENERALES

1. La idea de espacio es inseparable del concepto de monumento, por lo que la tutela
del Estado puede y debe extenderse al contexto urbano, al ámbito natural que lo
enmarca y a los bienes culturales que encierra.
Pero puede existir una zona, recinto o sitio de carácter monumental, sin que ninguno
de los elementos que lo constituyen aisladamente considerados merezca esa
designación.
2. Los lugares pintorescos y otras bellezas naturales objeto de defensa y protección por parte del Estado, no son propiamente monumentos nacionales. La huella histórica o artística del hombre es esencial para conferir a un paraje o recinto determinado esa
categoría específica.
3. Cualquiera que fuese el valor intrínseco de un bien o las circunstancias que concurran a realzar su importancia y significación histórica o artística, el mismo no constituirá un monumento en tanto que no recaiga una expresa declaración del Estado en ese sentido. La declaración de monumento nacional implica su identificación y registro oficiales. A partir de ese momento el bien en cuestión quedará sometido al régimen de protección que señale la Ley.
4. Todo monumento nacional está implícitamente destinado a cumplir una función social. Corresponde al Estado hacer que la misma prevalezca y determinar, en los distintos casos, la medida en que dicha función social es compatible con la propiedad privada y el interés de los particulares.

III. EL PATRIMONIO MONUMENTAL Y EL MONUMENTO AMERICANO

1. Es una realidad evidente que América y en especial Iberoamérica, constituye una
región extraordinariamente rica en recursos monumentales. A los grandiosos
testimonios de las culturas precolombinas se agregan las expresiones monumentales,
arquitectónicas, artística e históricas del largo período colonial exuberante en
variedad de formas. Un acento propio, producto del fenómeno de aculturación,
contribuye a imprimir a los estilos importados el sentido genuinamente americano de
múltiples manifestaciones locales que los caracteriza y distingue. Ruinas
arqueológicas de capital importancia, no siempre accesibles o del todo exploradas, se
alternan con sorprendentes supervivencias del pasado; complejos urbanos y villas
enterradas, susceptibles de erigirse en centros del mayor interés y atracción.
2. No es menos cierto que gran parte de este patrimonio, se ha arruinado
irremediablemente en el curso de las últimas décadas o se encuentra hoy en trance
inminente de perderse. Múltiples factores han contribuido y siguen contribuyendo a
mermar las reservas de los bienes culturales de la mayoría de los países de
Iberoamérica, pero es necesario reconocer que la razón fundamental de la
destrucción progresivamente acelerada de ese potencial de riqueza, radica en la
carencia de una política oficial capaz de imprimir eficacia práctica a las medidas
proteccionistas vigentes y de promover la revalorización del patrimonio monumental
en función del interés público y para beneficio económico de la nación.
3. En los críticos momentos en que América se encuentra comprometida en un gran
empeño progresista que implica la explotación exhaustiva de sus recursos naturales y
la transformación progresiva de sus estructuras económico-sociales, los problemas
que se relacionan con la defensa, conservación y utilización de los monumentos,
sitios y conjuntos monumentales adquieren excepcional importancia y actualidad.
4. Todo proceso de acelerado desarrollo trae consigo la multiplicación de infraestructura y la ocupación de extensa áreas por instalaciones industriales y construcciones inmobiliarias que alteran y aún deforman por completo el paisaje, borrando las huellas y expresiones del pasado, testimonios de una tradición histórica de inestimable valor.
5. Gran número de ciudades de Iberoamérica que atesoraban en un ayer todavía
cercano un rico patrimonio monumental, muestra evidente de su pretérita grandeza,
templos, plazas, fuentes y callejas que en conjunto acentuaban su personalidad y
atractivo, han sufrido tales mutilaciones y degradaciones en su perfil arquitectónico
que lo hacen irreconocible. Todo ello en nombre de un malentendido y peor
administrado progreso urbano.
6. No es exagerado afirmar que el potencial de riqueza destruida con estos
irresponsables actos de vandalismo urbanístico en numerosas ciudades del
Continente, excede con mucho a los beneficios que para la economía nacional se
derivan de las instalaciones y mejoras de infraestructura con que pretenden
justificarse.

IV. LA SOLUCIÓN CONCILIATORIA

1. La necesidad de conciliar las exigencias del progreso urbano con la salvaguardia de
los valores ambientales, es ya hoy día una norma inviolable en la formulación de los
planes reguladores a nivel tanto local como nacional. En este sentido todo plan de
ordenación deberá realizarse en forma que permita integrar al conjunto urbanístico
los centros o complejos históricos de interés ambiental.
2. La defensa y valoración del patrimonio monumental y artístico no contraviene, teórica ni prácticamente, con una política de regulación urbanística científicamente desarrollada. Lejos de ello, debe constituir el complemento de la misma. Para la
confirmación de este criterio se transcribe el siguiente párrafo del Informe Weiss
presentado a la Comisión Cultural y Científica del Consejo de Europa (1963): “es
posible equipar a un país sin desfigurarlo: de preparar y servir al provenir sin destruir
el pasado. La elevación del nivel de vida debe limitarse a la realización de un
bienestar material progresivo: debe ser asociado a la creación de un cuadro de vida
digno del hombre”.
3. La continuidad del horizonte histórico y cultural de América, gravemente
comprometido por el entronizamiento de un proceso anárquico de modernización,
exigen la adopción de medidas de defensa, recuperación y revalorización del
patrimonio monumental de la región y la formulación de planes nacionales y
multinacionales a corto y largo plazo.
4. Precisa reconocer que los organismos internacionales especializados, han reconocido
la dimensión del problema y han venido trabajando con ahínco en los últimos años,
por lograr soluciones satisfactorias. América tiene a su disposición la experiencia
acumulada.
5. A partir de la “Carta de Atenas” de 1932, muchos han sido los Congresos
Internacionales que se han sucedido hasta conformar el actual criterio dominante.
Entre los que más han ahondado en el problema aportando recomendaciones
concretas figura el de la Unión Internacional de Arquitectos de Moscú (Moscú 1958);
el Congreso de la Federación Internacional de Vivienda y Urbanismo (Santiago de
Compostela 1961); que tuvo por lema el problema de los “conjuntos históricos”, El
Congreso de Venecia (Venecia 1964) y el más reciente del ICOMOS en Cáceres
(Cáceres 1967), que aportan a ese tema de tanto interés americano un punto de
vista eminentemente práctico.

V. VALORACIÓN ECONÓMICA DE LOS MONUMENTOS

1. Partimos del supuesto de que los monumentos de interés arqueológico, histórico y
artístico constituyen también recursos económicos al igual que las riquezas naturales
del país. Consecuentemente, las medidas conducentes a su preservación y adecuada
utilización no ya sólo guardan relación con los planes de desarrollo, sino que forman o
deben formar parte de los mismos.
2. En la más amplia esfera de las relaciones interamericanas, reiteradas
recomendaciones y resoluciones de distintos organismos del sistema llevaron
progresivamente el problema al más alto nivel de consideración: La reunión de los
Jefes de Estado (Punta del Este, 1967).
3. Es evidente que la inclusión del problema relativo a la adecuada preservación y
utilización del patrimonio monumental en la citada reunión, responde a las mismas
fundamentales razones que llevaron a los presidentes de América a convocarla: la
necesidad de dar a la Alianza para el Progreso un nuevo y más vigoroso impulso y de
ofrecer, a través de la cooperación continental, la mayor ayuda que demanda el
desarrollo de los países miembros de la OEA.
4. Lo anterior explica el empleo del término “utilización” que figura en el punto 2.A.
Capítulo V de la Declaración de los Presidentes:

Esfuerzos multinacionales
...
2. Encomendar a los organismos competentes de la OEA que:
d) Extiendan la cooperación interamericana a la conservación y utilización de los
monumentos arqueológicos, históricos y artísticos.
5. Más concretamente en la Resolución 2 de la Segunda Reunión Extraordinaria del
Consejo Interamericano Cultural, convocada a los únicos efectos de dar cumplimiento
a lo dispuesto en la Declaración de los Presidentes, dentro del área de competencia
del Consejo, se dice: ...”La extensión de la asistencia técnica y la ayuda financiera al patrimonio cultural de los Estados miembros, se llevará a cabo en función de su desarrollo económico y turístico.
6. En suma, se trata de movilizar los esfuerzos nacionales en el sentido de procurar
el mejor aprovechamiento de los recursos monumentales de que se disponga,
como medio indirecto de favorecer el desarrollo económico del país. El anterior
implica una tarea previa de planificación a nivel nacional: es decir, la evaluación
de los recursos disponibles y la formulación de proyectos específicos dentro de un
plan regulador general.
7. La extensión de la cooperación interamericana a ese aspecto del desarrollo lleva
implícito el reconocimiento de que el esfuerzo nacional no es por sí solo suficiente
para acometer un empeño que en la mayoría de los casos excede sus actuales
posibilidades. Es únicamente a través de la acción multinacional que muchos
Estados miembros, en proceso de desarrollo, pueden procurarse los servicios
técnicos y los recursos financieros indispensables.


VI. LA PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO CULTURAL

1. El término “puesta en valor”, que tiende a hacerse cada día más frecuente entre
los expertos, adquiere en el ámbito americano una especial aplicación. Si algo
caracteriza este momento es, precisamente la urgente necesidad de utilizar al
máximo el caudal de sus recursos y es evidente que entre los mismos figura el
patrimonio monumental de las naciones.
2. Poner en valor un bien histórico o artístico equivale a habitarlo en las condiciones
objetivas y ambientales que, sin desvirtuar su naturaleza, resalten sus
características y permitan su óptimo aprovechamiento. La puesta en valor debe
entenderse que se realiza en función de un fin trascendente que en el caso de
Iberoamérica sería contribuir al desarrollo económico de la región.
3. En otras, palabras, se trata de incorporar a un potencial económico un valor
actual: de poner en productividad una riqueza inexplotada mediante un proceso
de revalorización que lejos de mermar su significación puramente histórica o
artística, la acrecienta, pasándola del dominio exclusivo de minorías eruditas al
conocimiento y disfrute de mayorías populares.
4. En síntesis, la puesta en valor del patrimonio monumental y artístico implica una
acción sistemática, eminentemente técnica dirigida a utilizar todos y cada no de
esos bienes conforme a su naturaleza, destacando y exaltando sus características
y méritos hasta colocarlos en condiciones de cumplir la nueva función a que están
destinados.
5. Precisa destacar que, en alguna medida, el área de emplazamiento de una
construcción de principal interés resulta comprometida por razón de vecindad
inmediata al monumento, lo que equivale a decir que, de cierta manera, pasará a
formar parte del mismo una vez que haya sido puesto en valor. Las normas
proteccionistas y los planes de revalorización tienen que extenderse, pues, a todo
el ámbito propio del monumento.
6. De otra parte, la puesta en valor de un monumento ejerce una beneficiosa acción
que se refleja sobre el perímetro urbano en que éste se encuentra emplazado y
aún desborda esa área inmediata, extendiendo sus efectos a zonas más distantes.
Ese incremento del valor real de un bien por acción refleja constituye una forma
de plusvalía que ha de tomarse en cuenta.
7. Es evidente, que en la medida en que un monumento atrae la atención del
visitante, aumentará la demanda de comerciantes interesados en instalar
establecimientos apropiados a su sombra protectora. Esa es otra consecuencia
previsible de la puesta en valor e implica la adopción previa de medidas
reguladoras que a la vez que facilitan y estimulan la iniciativa privada, impidan la
desnaturalización del lugar y la pérdida de las finalidades primordiales que se
persiguen.
8. De todo lo expuesto, se desprende que la diversidad de monumentos y
edificaciones de destacada interés histórico y artístico, ubicados dentro de un
núcleo de valor ambiental, se relacionan entre sí y ejercen un efecto multiplicador
sobre el resto del área que resultaría revalorizadas en conjunto como
consecuencia de un plan de puesta en valor y de saneamiento de sus principales
construcciones.


VII. LOS MONUMETNOS EN FUNCIÓN DE TURISMO
1. Los valores propiamente culturales no se desnaturalizan ni comprometen al vincularse con los interese turísticos y, lejos de ello, la mayor atracción que conquistan los monumentos y la afluencia creciente de admiradores foráneos, contribuyen a afirmar la conciencia de su importancia y significación nacionales. Un monumento restaurado adecuadamente, un conjunto urbano puesto en valor, constituyen no sólo una lección viva de historia sino un legítimo motivo de dignidad nacional. En el más vasto marco de las relaciones internacionales, esos testimonios del pasado estimulan los sentimientos de comprensión, armonía y comunidad espiritual aún entre pueblos que se mantienen rivales en política. Cuanto contribuya a exaltar los valores del espíritu por muy ajena que fuera la intención a los fines culturales, ha de derivar en beneficio de esta última. Europa debe al turismo, directa o indirectamente, la salvaguarda de una gran parte de su patrimonio cultural condenado a su completa e irremediable destrucción, y la sensibilidad contemporánea, más visual que literaria, tiene la oportunidad de enriquecerse con la contemplación de nuevos ejemplos de la
civilización occidental rescatados técnicamente gracias al poderoso estímulo turístico.
2. Si los bienes del patrimonio cultural juegan tan importante papel en la promoción del turismo, es lógico que las inversiones que se requieren para su debida restauración y habilitación dentro de su marco técnico especializado, deben hacerse
simultáneamente a las que reclama el equipamiento turístico, o mejor dicho, integrar
ambas en un solo plan económico de desarrollo regional.
3. La Conferencia de Naciones Unidas sobre Viajes Internacionales y Turismo (Roma
1963) no solamente recomendó que se diera una alta prioridad a las inversiones en
turismo dentro de los planes nacionales, sino que hizo resaltar que “desde el punto de
vista turístico, el patrimonio cultural, histórico y natural de las naciones, constituye
un valor sustancialmente importante”, y que, en consecuencia, urgía “la adopción de
adecuadas medidas dirigidas a asegurar la conservación y protección de ese
patrimonio”(Informe final Doc. 4). A su vez la Conferencia sobre Comercio y
Desarrollo de las Naciones Unidas (1964), recomendó a las agencias y organismos de
financiación, tanto gubernamentales como privados “ofrecer asistencia, en la forma
más apropiada, para obras de conservación, restauración y utilización ventajosa de
sitios arqueológicos, históricos y de belleza natural”. (Resolución Anexo A.IV.24).
Últimamente el Consejo Económico y Social del citado organismo mundial, después
de recomendar a la Asamblea General designar el año de 1967 como “año del
Turismo Internacional”, resolvió invitar a los organismos de las Naciones Unidas y a
las agencias especializadas, a que dieran “favorable” consideración a las solicitudes
de asistencia técnica y financiera de los países en desarrollo, a fin de acelerar en los
mismos el mejoramiento de sus recursos turísticos” (Resolución 1109-XL).
4. En relación con ese tema, que ha venido siendo objeto de especial atención por parte de la Secretaría General de la UNESCO, se ha llevado a cabo un exhaustivo estudio con la colaboración de un organismo, no gubernamental de gran prestigio, la Unión Internacional de las Organizaciones Oficiales de Turismo. Dicho estudio confirma los criterios expuestos y después de analizar las razones culturales, educativas y sociales que justifican el uso de la riqueza monumental en función del turismo, insiste en los beneficios económicos que se derivan de esa política para las áreas territoriales
correspondientes. Dos extremos de particular interés merecen ser destacados: a) la
afluencia turística que determina la apropiada revalorización de un monumento,
asegura la rápida recuperación del capital invertido para estos fines; b) la actividad
turística que se origina como consecuencia de la adecuada presentación de un
monumento y que de abandonarse determinaría su extinción, conlleva una profunda
transformación económica de la región en la que mismo se halla enclavado.
5. Dentro del Sistema Interamericano, además de las numerosas recomendaciones y
acuerdos que abundan en la importancia que debe concederse, tanto a nivel nacional
como regional al problema que implica el abandono en que se encuentra buena parte
del patrimonio cultural de los países del Continente, recientes reuniones
especializadas han abordado el tema específico de la función que los monumentos de
interés artístico e histórico tienen en el desarrollo de la industria turística. La
Comisión Técnica de Fomento del Turismo, en su Carta Reunión (julio-agosto 1967)
resolvió hacerse solidaria de las conclusiones adoptadas por la correspondiente
Comisión de Equipamiento Turístico entra las que figuran las siguientes:
“ Que los monumentos y otros bienes de naturaleza arqueológica, histórica y artística
pueden y deben ser debidamente preservados y utilizados en función del desarrollo
como incentivos esenciales de la afluencia turística”
“ Que en los países de gran riqueza patrimonial de bienes de interés arqueológico,
histórico y artístico, dicho patrimonio constituye un factor decisivo en su
equipamiento turístico y, en consecuencia, debe ser tomado en cuenta en la
formalización de los planes correspondientes”.
“ Que los intereses propiamente culturales y los de índole turística se conjugan en
cuanto concierne a la debida preservación y utilización del patrimonio monumental y
artístico de los pueblos de América, por lo que se hace aconsejable que los
organismos y unidades técnicas de una y otra área de la actividad interamericana
trabajen en ese sentido de forma coordinada”.
6. Desde el punto de vista exclusivamente turístico, los monumentos son parte del
“equipo” de que se dispone para desarrollar esa industria en una región, pera en
la medida en que dicho monumento puede servir al uso a que se destina,
dependerá no ya sólo de su valor intrínseco, es decir, de su significación o interés
arqueológico, histórico o artístico sino de las circunstancias adjetivas que
concurran en el mismo y faciliten su adecuada utilización. De ahí que las obras de
restauración no sean siempre suficientes por sí solas para que un monumento
pueda ser explotado entrando a formar parte del equipo turístico de una región.
Puede ser igualmente necesarias la realización de otras obras de infraestructura,
tales como un camino que facilite el acceso al monumento o un albergue que
aloje a los visitantes al término de una jornada de viaje. Todo ello manteniendo el
carácter ambiental de la región.
7. Las ventajas económicas y sociales del turismo monumental figuran en las más
modernas estadísticas, especialmente en las de aquellos países europeos que
deben su actual prosperidad al turismo internacional y que cuentan entre sus
principales fuentes de riqueza con la reserva de bienes culturales.

VIII. EL INTERÉS SOCIAL Y LA ACCIÓN CÍVICA.

1. Es presumible que los primeros esfuerzos dirigidos a revalorizar el patrimonio
monumental encuentren una amplia zona de resistencia dentro de la órbita de los
intereses privados. Años de abandono oficial y un impulsivo afán de renovación
que caracteriza a las naciones en proceso de desarrollo, contribuyen a hacer
cundir el menosprecio por todas las manifestaciones del pasado que no se ajustan
al molde ideal de un moderno estilo de vida. Carentes de la suficiente formación
cívica para juzgar el interés social como una expresión decantada del propio
interés individual, incapaces de apreciar lo que más conviene a la comunidad
desde el lejano punto de observación del bien público, los habitantes de una
población contagiada de la “fiebre del progreso” no pueden medir las
consecuencias de los actos de vandalismo urbanístico que realizan alegremente
con la indiferencia o complicidad de las autoridades competentes.
2. Del seno de cada comunidad puede y debe surgir la voz de alarma y la acción
vigilante y previsora. El fomento de agrupaciones cívicas pro-defensa del
patrimonio, cualquiera que fuese su denominación y composición, ha dado
excelentes resultados, especialmente en localidades que no disponen aún de
regulación urbanística y donde la acción protectora a nivel nacional resulta débil o
no siempre eficaz.
3. Nada puede contribuir mejor a la toma de conciencia que se busca, que la
contemplación del ejemplo propio. Una vez que se aprecian los resultados de
ciertas obras de restauración y rehabilitación de edificios, plazas y lugares, suele
operarse una favorable reacción ciudadana que paraliza la acción destructora y
permite la consecución de objetivos más ambiciosos.
4. En cualquier caso, la colaboración espontánea y múltiple de los particulares en los
planes de puesta en valor del patrimonio histórico y artístico, es absolutamente
imprescindible, muy en especial, en las pequeñas comunidades. De ahí que en la
preparación de dichos planes deba tenerse en cuenta la conveniencia de realizar
un programa puente de educación cívica, desarrollado sistemática y
simultáneamente junto a la ejecución del proyecto.

IX LOS INSTRUMENTOS DE LA PUESTA EN VALOR

1. La adecuada utilización de los monumentos de máximo interés histórico y artístico
implica, en primer lugar, la coordinación de las iniciativas y esfuerzos de carácter
cultural y económico-turísticos. En la medida que esos intereses coincidentes se
aúnen e identifiquen los resultados perseguidos los resultados serán más
satisfactorios.
2. Esa necesaria coordinación no puede tener lugar si no existen en el país en
cuestión las condiciones legales y los instrumentos técnicos que la hagan posible.
3. Dentro del marco cultural, son requisitos previos a cualquier propósito oficial
dirigido a revalorizar su patrimonio monumental contar con una legislación oficial,
una organización técnica y una planificación también a nivel nacional.
4. La integración de los proyectos culturales y económicos debe producirse a nivel
nacional como paso previo a toda gestión de asistencia o cooperación exterior.
Esta. Tanto en el orden técnico como financiero, es el complemento del esfuerzo
nacional. A los Gobiernos de los distintos Estados Miembros toca la iniciativa: a los
países corresponde la tarea previa de formular sus proyectos e integrar éstos en
los planes generales para el desarrollo. Las medidas y procedimientos que a
continuación se recomiendan van dirigidos hacia esos fines.
Recomendaciones (a nivel nacional)
1. Los proyectos de puesta en valor del patrimonio monumental forman parte de los
planes de desarrollo nacional y, en consecuencia, deben integrarse en los mismos.
Las inversiones que se requieren para la ejecución de dichos proyectos deben
hacerse simultáneamente a las que reclaman el equipamiento turístico de la zona
o región objeto de reevaluación.
2. Corresponde al Gobierno dotar al país de las condiciones que pueden hacer
posible la formulación y ejecución de proyectos específicos de puesta en valor
3. Son requisitos indispensables a los anteriores:
Reconocimiento de una alta prioridad a los proyectos de puesta en valor de la riqueza monumental dentro del Plan Nacional para el Desarrollo.
Legislación adecuada o, en su defecto, otras disposiciones gubernativas que faciliten el proyecto de puesta en valor haciendo prevalecer en todo momento el interés público.
Dirección coordinada del proyecto a través de un Instituto idóneo capaz de centralizar la ejecución del mismo en todas sus etapas.
Designación de un equipo técnico que pueda contar con la asistencia exterior durante la formulación de los proyectos específicos durante su ejecución.
4. La puesta en valor de la riqueza monumental sólo puede llevarse a efecto dentro
de un marco de acción planificada; es decir, conforme a un plan regulador de
alcance nacional o regional. En consecuencia, es imprescindible la integración de
los proyectos que se promuevan con los planes reguladores existentes en la
ciudad, o región de que se trate. De no existir dichos planes se procederá a
establecerlos en forma consecuente.
5. La necesaria coordinación de los intereses propiamente culturales relativos a los
monumentos o a los conjuntos ambientales y los de índole turística, deberá
producirse en el seno de la dirección coordinada del proyecto tal y como se ha
especificado anteriormente, como paso previo a toda gestión de asistencia técnica
o de ayuda financiera exterior.
6. La cooperación de los interese privados y el respaldo de la opinión pública es
imprescindible para la realización de todo proyecto de puesta en valor.
En este sentido debe tenerse en cuenta durante la formulación del mismo, el
desarrollo de una campaña cívica que favorezca la formación de una conciencia
pública.
Recomendaciones (a nivel internacional)
1. Reiterar la conveniencia de que los países de América se adhieran a la “Carta de
Venecia” como norma mundial en materia de preservación de sitios y monumentos
históricos, sin prejuicio de adoptar cuantos otros compromisos y acuerdos se hagan
recomendables dentro del Sistema Interamericano.
2. Extender el concepto generalizado de monumento a las manifestaciones propias de la cultura de los siglos XIX y XX.
3. Vincular a la necesaria revalorización del patrimonio monumental y artístico de las
naciones de América a otros países extracontinentales y, de manera muy especial a
España y Portugal, dada la participación histórica de ambos en la formación de dicho
patrimonio y dada también, la comunidad de valores culturales que los mantienen
unidos a los pueblos de ese Continente.
4. Recomendar a la Organización de Estados Americanos, extender la cooperación que
ha convenido prestar a la revalorización de los monumentos de interés arqueológico,
histórico y artístico a otros bienes del patrimonio cultural que constituyen los fondos
propios de museos y archivos, así como también el acervo sociológico del folklore
nacional.
5. Para la restauración se hace absolutamente necesario, antes de acometer un
proyecto de esta índole, el trabajo previo de investigación histórica. Dado que España
conserva en sus archivos abundante material de planos sobre las ciudades de
América; fortalezas y gran número de edificios, junto con una copiosísima
documentación oficial, y dado que la catalogación de esos imprescindibles
documentos se halla detenida en fecha anterior a la de la gran mayoría de las
construcciones coloniales, lo que dificulta en extremo su utilización; se hace
altamente recomendable que la Organización de Estados Americanos coopere con
España en la labor de actualizar y facilitar las investigaciones en los archivos
españoles, y especialmente en el de Indias de Sevilla.
6. Recomendar que se redacte un nuevo instrumento hemisférico que sustituya al
“Tratado de Muebles de Valor Histórico”(1935), capaz de proteger en forma más
amplia y efectiva a esa parte importantísima del patrimonio cultural del Continente de
los múltiples riesgos que la amenazan.
7. Mientras lo anterior no se lleve a cabo, se recomienda que el Consejo Interamericano Cultural resuelva, en su próxima reunión, recabar de todos los Estados Miembros, la adopción de medidas de emergencia capaces de eliminar los riesgos del comercio ilícito de piezas del patrimonio cultural y que active la devolución de las mismas al país de origen, una vez probada su exportación clandestina o adquisición ilegal.
8. Teniendo presente que la escasez de recursos humanos constituye un grave
inconveniente para la realización de planes de puesta en valor se hace altamente
recomendable proveer lo necesario para la creación de un centro o instituto
especializado en materia de restauración de bienes muebles mediante el
fortalecimiento de los existentes y la creación de otros nuevos.
9. Sin perjuicio de lo anterior y a fin de satisfacer de inmediato tan imperiosas
necesidades, se recomienda a la Secretaría General de la OEA utilizar las facilidades
que brindan sus actuales programas de Becas y Capacitación Extracontinental y,
también celebrar con en Instituto de Cultura Hispánica, al amparo del acuerdo de
cooperación técnica OEA-España y con el Centro Regional Latinoamericano de
Estudios para la Conservación y restauración de Bienes Culturales de México, sendos
acuerdos de colaboración.
10. Toda vez que se hace necesario intercambiar experiencias sobre los problemas
propios de América y conviene mantener una adecuada unidad de criterios en la
materia, se recomienda reconocer a la Agrupación de Arquitectos Especializados en
Restauración de Monumentos, con sede provisional en el Instituto de Cultura
Hispánica de Madrid, y propiciar su instalación definitiva en cada uno de los Estados
Miembros.
Medidas legales
1. Es necesario actualizar la legislación proteccionista vigente en los Estados
Americanos, a fin de hacer su aplicación eficaz para los fines que se persiguen.
2. Es necesario revisar las regulaciones locales que rigen en materia de publicidad, al
objeto de controlar toda forma publicitaria que tienda a alterar las características
ambientales de las zonas urbanas de interés histórico.
3. A los efectos de la legislación proteccionista, el espacio urbano que ocupan los
núcleos o conjuntos monumentales y de interés ambiental deben delimitarse como
sigue:
Zona de protección rigurosa, que corresponderá a la mayor densidad monumental o ambiental.
Zona de protección o respeto, con una mayor tolerancia.
Zona de protección del paisaje urbano, a fin de procurar una integración de la misma con la naturaleza circundante.
4. Al actualizar la legislación vigente, los países deberán tener en cuenta la plusvalía que adquieren los bienes inmuebles incluidos dentro de la zona de puesta en valor, así
como en alguna medida en los aledaños.
5. También debe tenerse en cuenta la posibilidad de estimular la iniciativa privada
mediante la implantación de un régimen de exenciones fiscales en los edificios que se
restauren con capital particular y dentro de las regulaciones que establezcan los
organismos competentes. Desgravaciones de tipo fiscal pueden establecerse,
también, como compensación a las limitaciones impuestas a la propiedad particular
por motivos de utilidad pública.
Medidas técnicas
1. La puesta en valor de un monumento o conjunto urbano de interés ambiental es el
resultado de un proceso eminentemente técnico y, en consecuencia, su tratamiento
oficial debe estar confiado directamente a una dependencia de carácter especializado
que centralice todas las actividades.
2. Cada proyecto de puesta en valor constituye un problema específico y requiere una
solución también específica.
3. La colaboración técnica de los expertos en las distintas disciplinas que han de
intervenir en la ejecución de un proyecto, es absolutamente esencial. De la acertadas
coordinación de los especialistas habrá de depender en buena medida del resultado
final.
4. La prioridad de los proyectos queda subordinada a la estimación de los beneficios
económicos que de su ejecución se derivarían para una región dada. Pero en todo lo
posible debe tenerse en cuenta la importancia intrínseca de los bienes objeto de
restauración y la situación de emergencia en que los mismos se encuentran.
5. En general, todo proyecto de puesta en valor envuelve problemas de carácter
económico, histórico, técnico y administrativo. Los problemas técnicos de
conservación, restauración y reconstrucción varían según la índole del bien, los
monumentos arqueológicos, por ejemplo, exigen la colaboración de especialistas en la
materia.
6. La naturaleza y alcance de los trabajos que se deben realizar en un monumento
exigen decisiones previas, producto del exhaustivo examen de las condiciones y
circunstancias que concurren en el mismo. Decidida la clase de intervención a la que
habrá de ser sometido el monumento, los trabajos subsiguientes deberán continuarse
con absoluto respeto a lo que evidencia muestra o a los documentos auténticos en los
que la restauración se basa.
7. En los trabajos de revalorización de zonas ambientales, precisa la previa definición de sus límites y valores.
8. La puesta en valor de una zona histórica ambiental, ya definida y evaluada implica:
a) Estudio y determinación de su uso eventual y de las actividades que en la misma
habrán de desarrollarse.
b) Estudio de la magnitud de las inversiones y de las etapas necesarias hasta ultimar los trabajos de restauración y conservación, incluyendo las obras de infraestructura y
adaptaciones que exija el equipamiento turístico para su puesta en valor.
c) Estudio analítico del régimen especial al que la zona quedará sometida, a fin de que
las construcciones existentes y las nuevas puedan ser controladas de forma eficaz.
d) La reglamentación de las zonas adyacentes al núcleo histórico, debe establecer
también la normativa con relación al uso de la tierra, la densidad, la relación
volumétrica como factor determinante del paisaje urbano y natural.
e) Estudio de la magnitud de las inversiones necesarias para el saneamiento de la zona.
f) Estudio de las medidas de prevención necesarias para el debido mantenimiento
constante de la zona que se trata de poner en valor.
9. La limitación de los recursos disponibles y el necesario adiestramiento de los equipos
técnicos requeridos por los planes de puesta en valor, hacen aconsejable, la previa
formulación de un proyecto piloto en el lugar en el que mejor se conjuguen los
intereses económicos y las facilidades técnicas.
10. La puesta en valor de un núcleo urbano de interés histórico ambiental de extensión
que exceda de las posibilidades económicas inmediatas, puede y debe proyectarse
en dos o más etapas que se ejecutarán progresivamente de acuerdo con las
conveniencias del equipamiento turístico, bien entendido que el proyecto debe
concebirse en su totalidad, sin que se interrumpan o aplacen los trabajos de
catalogación, investigación o inventario.

LISTA DE TECNICOS PARTICIPANTES
Guillermo de Zéndegui, Secretario Técnico de la Reunión; Renato Soeiro; Carlos M. Larrea; José Ma. Vargas; Agustín Moreno; Oswaldo de la Torre; Earle W. Newton; José M. Glez.-Valcárcel; Carlos Flores Marini; Manuel E. del Monte; Manuel del Castillo Negrete; Benjamín Carrión; Hernán Crespo; Filoteo Samaniego; Carlos Zevallos: Miguel A. Vasco; Christopher Tunnard; Jorge Luján M.; Fernando Silva-Santisteban; Graziano Gasparini; Instituto Panamericano de Geografía e Historia-Representados por Lidia C. de Camacho.

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