Señor Director:
Por patrimonio urbano se entiende no solo un grupo aislado de monumentos, sino también la trama urbana que se compone de las relaciones económicas, sociales y culturales de los habitantes de areas urbanas que se han ido consolidando en el tiempo. Así entonces, los hábitos urbanos que se han ido construyendo en las ciudades, son exigidos por los habitantes como una de las características ventajosas de su ciudad por sobre otras. Son ejemplos de esto, Valparaíso y Valdivia, y en sudamerica, Buenos Aires y Rio de Janeiro. Visto así, el patrimonio se asienta en el alma de la ciudad, deja de estar en una vitrina para pasar a formar parte del capital de la ciudad, es un bien común construído en el tiempo, del cual se deben aprovechar sus insumos para el desarrollo. Debemos ser solidarios con las generaciones futuras y no desentendernos de una eventual perdida de identidad urbana. Cualquier obra de desarrollo de una ciudad patrimonial debe considerar a este, como una parte determinante de cualquier acción que se quiera llevar a cabo, y no convertir el patrimonio de la ciudad en un obstáculo. El caso de los almacenes portuarios de Valparaíso, reabre esta discusión, al transformarse estos en una barrera para el desarrollo de un sector del puerto, situación que deja a la vista la incomprensión de este problema. Recordemos que cuando la UNESCO le da a Valparaíso la categoría de ciudad patrimonio de la humanidad, lo hace “por los barrios históricos de la ciudad portuaria de Valparaíso, constituyendo esta ciudad un testimonio excepcional de la primera fase de la globalización de finales del siglo XIX”. La declaratoria obliga por lo tanto, a que cualquier proyecto de desarrollo tiene que hacerse desde esa realidad y no contra ella. La calidad de patrimonio de la humanidad de algunos sectores de Valparaíso no debe constituirse en un problema o en un enemigo de los proyectos de desarrollo, sino que por el contrario, en un factor que potencie cualquier proyecto para la ciudad.
Lo mismo ocurre en Viña del Mar con el Muelle Vergara, un verdadero hito de la ciudad, testimonio de un patrimonio industrial que ya no existe, y que se ha decidido abandonar porque los costos de mantención de su estructura son estimados altos por el municipio, condenando a morir un espacio urbano al que se le dio el carácter de estructura histórica, querido y reconocido por los que viven o visitan la ciudad. Incierto es también el futuro del Museo de los Cañones Navales que se encuentra emplazado desde hace mas de cuatro décadas en el bordemar del sector de Las Salinas, y que se piensa desmantelar por un proyecto de jardines, distribuyendo algunas de sus piezas en algunas reparticiones navales y dejando otras en el lugar, como si fueran maceteros ornamentales. ¡Que falta de consideración por nuestra historia naval y por los que hicieron posible ese espacio cívico! Un museo que fue creciendo poco a poco, con esfuerzo y perseverancia, se ha transformado en uno de los escasos museos de ese tipo al aire libre en el mundo. ¿Por qué no desarrollar un proyecto museológico moderno, que lo transforme en un recinto modelo, incorporado a las áreas verdes que se pretende construir?
Los Almacenes Portuarios, el Muelle Vergara y el Museo de los Cañones Navales, pertenecen al patrimonio de las ciudades en que se encuentran, y no pueden ni deben ser expoliados sin al menos llevarse a cabo una consulta pública.
Desgraciadamente, hasta ahora, el Consejo de Monumentos Nacionales no ha logrado una verdadera gestión de rehabilitación urbana, que coordine y planifique a los servicios involucrados en las transformaciones urbanas, integrando en una participación real a todos los actores involucrados en el futuro de ambas ciudades. El cambio hacia el desarrollo no pasa por la eliminación del patrimonio sino que se debe apoyar y potenciar en este.
Si estas acciones no se estudian con serenidad, lamentablemente dentro de poco estaremos presenciando un nuevo acto de barbarie contra el patrimonio de todos los chilenos.
Raúl Buono-Core Varas
Por patrimonio urbano se entiende no solo un grupo aislado de monumentos, sino también la trama urbana que se compone de las relaciones económicas, sociales y culturales de los habitantes de areas urbanas que se han ido consolidando en el tiempo. Así entonces, los hábitos urbanos que se han ido construyendo en las ciudades, son exigidos por los habitantes como una de las características ventajosas de su ciudad por sobre otras. Son ejemplos de esto, Valparaíso y Valdivia, y en sudamerica, Buenos Aires y Rio de Janeiro. Visto así, el patrimonio se asienta en el alma de la ciudad, deja de estar en una vitrina para pasar a formar parte del capital de la ciudad, es un bien común construído en el tiempo, del cual se deben aprovechar sus insumos para el desarrollo. Debemos ser solidarios con las generaciones futuras y no desentendernos de una eventual perdida de identidad urbana. Cualquier obra de desarrollo de una ciudad patrimonial debe considerar a este, como una parte determinante de cualquier acción que se quiera llevar a cabo, y no convertir el patrimonio de la ciudad en un obstáculo. El caso de los almacenes portuarios de Valparaíso, reabre esta discusión, al transformarse estos en una barrera para el desarrollo de un sector del puerto, situación que deja a la vista la incomprensión de este problema. Recordemos que cuando la UNESCO le da a Valparaíso la categoría de ciudad patrimonio de la humanidad, lo hace “por los barrios históricos de la ciudad portuaria de Valparaíso, constituyendo esta ciudad un testimonio excepcional de la primera fase de la globalización de finales del siglo XIX”. La declaratoria obliga por lo tanto, a que cualquier proyecto de desarrollo tiene que hacerse desde esa realidad y no contra ella. La calidad de patrimonio de la humanidad de algunos sectores de Valparaíso no debe constituirse en un problema o en un enemigo de los proyectos de desarrollo, sino que por el contrario, en un factor que potencie cualquier proyecto para la ciudad.
Lo mismo ocurre en Viña del Mar con el Muelle Vergara, un verdadero hito de la ciudad, testimonio de un patrimonio industrial que ya no existe, y que se ha decidido abandonar porque los costos de mantención de su estructura son estimados altos por el municipio, condenando a morir un espacio urbano al que se le dio el carácter de estructura histórica, querido y reconocido por los que viven o visitan la ciudad. Incierto es también el futuro del Museo de los Cañones Navales que se encuentra emplazado desde hace mas de cuatro décadas en el bordemar del sector de Las Salinas, y que se piensa desmantelar por un proyecto de jardines, distribuyendo algunas de sus piezas en algunas reparticiones navales y dejando otras en el lugar, como si fueran maceteros ornamentales. ¡Que falta de consideración por nuestra historia naval y por los que hicieron posible ese espacio cívico! Un museo que fue creciendo poco a poco, con esfuerzo y perseverancia, se ha transformado en uno de los escasos museos de ese tipo al aire libre en el mundo. ¿Por qué no desarrollar un proyecto museológico moderno, que lo transforme en un recinto modelo, incorporado a las áreas verdes que se pretende construir?
Los Almacenes Portuarios, el Muelle Vergara y el Museo de los Cañones Navales, pertenecen al patrimonio de las ciudades en que se encuentran, y no pueden ni deben ser expoliados sin al menos llevarse a cabo una consulta pública.
Desgraciadamente, hasta ahora, el Consejo de Monumentos Nacionales no ha logrado una verdadera gestión de rehabilitación urbana, que coordine y planifique a los servicios involucrados en las transformaciones urbanas, integrando en una participación real a todos los actores involucrados en el futuro de ambas ciudades. El cambio hacia el desarrollo no pasa por la eliminación del patrimonio sino que se debe apoyar y potenciar en este.
Si estas acciones no se estudian con serenidad, lamentablemente dentro de poco estaremos presenciando un nuevo acto de barbarie contra el patrimonio de todos los chilenos.
Raúl Buono-Core Varas
Miembro de ICOMOS-CHILE
Carta enviada al Mercurio de Santiago y Mercurio de Valparaíso
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