febrero 10, 2008

La Torre, el Curanto y el Poyo

Definitivamente hay que ir a los lugares para que estos existan en nuestro retorno.

Sin siquiera acercarnos a un Monitoreo Reactivo -al cual nos faculta la Convención de Patrimonio Mundial implementado a través de su guía operativa- nuestro primer deber es poner en circulación una situación interpretativa de esta Convención y las recomendaciones inferidas de las múltiples Cartas de ICOMOS, a partir de los hechos que hemos visto en nuestro reciente viaje a Chiloé.

Las Iglesias de Chiloé están inscritas en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde el año 2000. Mismo punto de inflexión desde el cual hace unas semanas recordábamos a nuestro desaparecido colega Hernán Montecinos, quien en gran medida fue el gestor intelectual de esta inscripción. En respeto a su memoria y a la del trabajo colectivo que supuso su empeño, no referiremos -por ahora- su rol en la batalla de sentido en que esta inscripción ha venido convirtiendo un medio en un fin.

Sólo dos notaciones de campo.

El conjunto monumental del Duomo de Pisa tiene su gran parte de su valoración como Sitio del Patrimonio Mundial (1987) asociada al desaplome progresivo de su Campanile. Esta es la famosa Torre de Pisa inscrita en el imaginario local y global.

La imagen de una torre aplomada, sería un contrasentido absurdo, y aunque no faltaron voces técnicas en tal sentido que intentaron cambiar un sentido –el sentido común de su valoración patrimonial- en aras de una supuesta necesidad ética de aplicar la tecnología del futuro para cambiar el pasado. Como si la práctica de restaurar sea equivalente a controlar “la máquina del tiempo”. Equívoco a partir de no distinguir que la humildad de una es equidistante de la infinita arrogancia de la otra.

Así las cosas, mientras un Curanto es una práctica cultural que tiene un origen muy concreto: alimentar el cuerpo, una Iglesia es una práctica cultural que también tiene un origen muy concreto: alimentar el espíritu.

El primero se hace de varias maneras. El segundo también. Sin embargo todos saben en Chiloé la diferencia entre un Curanto en hoyo y un Curanto en olla. Autenticidad e Integridad mediante, cautelar la diferencia entre uno y otro no es cosa de gourmets del patrimonio, sino más bien de interpretación comunitaria del rito que supone reunirse en torno a un fogón. Donde la diferencia entre un poyo de hormigón y un poyo de piedra es la misma que media entre un Curanto en hoyo o en olla.

Hoy día en que todos los miembros de ICOMOS alrededor del mundo nos preguntamos ¿dónde se esconde el espíritu del lugar? , deberíamos tener claro que restaurar un edificio debería ser un rito. Rito sagrado y profano, a la vez. Pero, rito al fin.

Proyectar una intervención en un monumento en culto activo no puede desacralizarlo a partir del maltrato a su materia. Eso los católicos lo saben muy bien, no hay que ser teólogo para saber que “el madero” es la materia del dolor.

Y el dolor es algo serio.

De hecho es muy serio y doloroso constatar como la misma Iglesia Católica que condena la eutanasia como práctica clínica en los cuerpos de los hombres, en algunos casos la promueve con el cuerpo de sus edificios.

Por cierto que eso sería una metáfora exagerada e impertinente, dirán algunos. Me temo que, en coherencia, deberán ser los mismos que tendrán que decir que “un edificio no tiene alma.”

Lo que resulta perturbador y que causó el manifiesto malestar de muchos de nosotros el día Domingo 3 de febrero pasado, en que vimos la intervención en la Iglesia de Quinchao, es que inexplicablemente (o mejor dicho muy explicadamente, como suele explayarse la mitigación culposa después del hecho consumado) su cuerpo de la nave estaba parcialmente desmantelado, su torre desarmada y sus bienes culturales muebles arrumbados en las inmediaciones del altar.

Todo paralizado en medio de la quietud forzada de una frenética faena que suspendía la vida de la Iglesia. Era Domingo, como hoy.

Habrá que estar atento a los muchos lunes que vendrán después de este.



José de Nordenflycht
Presidente ICOMOS Chile



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