noviembre 17, 2009

Valparaíso: periferia dentro de la periferia


1. Patrimonio v/s Patrimonio.

¿Es la modernidad nuestra antigüedad? Con esta pregunta se dio inicio, hace dos años, al debate en el contexto de la versión número XII de la Documenta de Kassel, evento en el cual desde hace mucho tiempo los límites –aparentemente endogámicos- del arte contemporáneo han transcendido hacia un debate más amplio que tiene como telón de fondo a la cultura contemporánea.
En este caso la paráfrasis de la pregunta deviene sola ¿es el patrimonio moderno nuestra antigüedad? Para responder a ello claramente podemos decir que hemos sido testigos recientes de como nuestra modernidad latinoamericana se ha convertido en nuestra antigüedad, así como, en parte importante de la de todo el mundo occidental, a partir de la progresiva integración en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO de los sitios que, con mayor envergadura y complejidad representan la transferencia y apropiación de la modernidad en el mundo, como son: la ciudad de Brasilia, la Ciudad Universitaria de la UCV en Caracas y el Campus Central de la Ciudad Universitaria de la UNAM en México D.F.. Todos ejemplos de cómo se ha ido integrando al valor excepcional universal un tipo de representatividad y legitimidad que en una larga duración acompaña -e incluso antecede- a la presencia de los maestros del Movimiento Moderno en la Lista de la UNESCO.
El ICOMOS a través de su Comité Científico Internacional de Arquitectura del siglo XX está haciéndose cargo de esa larga duración en sus discusiones en curso. El punto más problemático en ello desde una perspectiva global que sea representativa, inclusiva y legitimadora es el hecho de que resultara improcedente asumir la modernidad como una monolítica construcción conceptual, y menos a sus efectos sobre la realidad construida .
Sin embargo para que los esfuerzos pasen de ser llamados locales a la mitigación sobre la velocidad de la obsolescencia, sus consecuencias globales todavía deben coordinarse con mayor eficiencia , por lo que debemos estar atentos a la necesaria revisión de los parámetros e indicadores que nos permiten definir de un modo auténtico la naturaleza de todos aquellos elementos que integran la cultura arquitectónica de un lugar que, como es el caso de los Barrios Históricos de la Ciudad Puerto de Valparaíso, tienen unacantidad de vestigios que no están reconocidos ni situados dentro de una tradición historiográfica, ello para que la toma de decisiones sobre su sustentabilidad esté a la altura de las exigencias generadas desde el debate contemporáneo patrimonial.
Sólo de este modo podremos evitar la confrontación del falso conflicto entre patrimonio y desarrollo, el que invertido en la fórmula patrimonio como base del desarrollo, podría desacelerar la obsolescencia y matizar las opciones entre uno u otro tipo de patrimonio, dándonos un futuro posible incluyente, íntegro y representativo.


2. Ni vencedores ni vencidos.

La cuestión patrimonial moderna reconoce su origen en el estatuto historiográfico de la discusión, cuestión que recientemente Anthony Vidler ha terminado de demostrar, sumándose a lo que, en su tesis doctoral, ya había adelantado Panayotis Tournikiotis, a saber: el Movimiento Moderno es una invención historiográfica.
Ambos textos son publicados con sólo una década de diferencia por el M.I.T., donde el primero no hace otra cosa que profundizar las preocupaciones del segundo, en orden a develar la paradoja de un discurso arquitectónico “a-histórico” que se funda en la necesidad teleológica de su propio despliegue historiográfico .
Nada nuevo dirán muchos, sin embargo parece que el consenso al respecto no ha dejado de ser una verdadera batalla, primero historiográfica y luego patrimonial. Desde esa doble perspectiva aplicar el canon historiográfico de la “épica moderna” para un espacio local como Valparaíso nos resultaría limitado y hasta equívoco, toda vez que las persistencias e innovaciones coexisten en un mismo momento de larga duración junto al reaccionario formalismo comercial de lo que ha venido a llamarse arquitectura tradicionalista, fruto de lo cual al final de la batalla no hay ni vencedores ni vencidos .
Lo pertinente, entonces, sería preguntarse desde la larga duración ¿qué acontece entre la declinación del historicismo ecléctico y la emergencia del movimiento moderno? y seguidamente ¿cómo se habilita en ese proceso la modernidad como práctica?
Paralelas y difusas han sido hasta hoy las respuestas más plausibles por parte de nuestro emergente canon historiográfico, para referirse a la cultura arquitectónica de la modernidad, mismo que recientemente revisa Pablo Fuentes desde preguntas convergentes a las que en su día intentaron responder aquellas otras .
En el contexto de esas preguntas nuestra hipótesis de trabajo establece que si la arquitectura protomoderna en Valparaíso, informada a través de sus preexistencias, podría considerarse como un eslabón de un momento de larga duración, esto podría deberse al reconocimiento de tipologías asociadas a tres filiaciones formales coexistentes: arquitectura protorracionalista, arquitectura art deco y arquitectura tradicionalista, todas la cuales las encontramos en combinaciones variables y alternadas, cuando no con el resabio de la aplicación ecléctica de la lógica proyectual de la composición académica.
Un examen en detalle de este fenómeno podría, incluso, modificar el tipo de consideración que tenemos con el valor patrimonial, habida cuenta de la discusión historiográfica que debería entrar a sostenerse para alimentar los orígenes y desarrollos de nuestra modernidad tan paralela como difusa .


3. Circulación periférica.

La espirovía es una imagen tan hipnótica como el discurso que la sustenta. De hecho, y pese a estar dilucidadas sus circunstancias iniciales , no se repara en el hecho de que la utopía urbanística ha representado, en la historia de los procesos de construcción de la modernidad en la región latinoamericana, a la periferia como una figura metafórica que explicaría territorialmente la excentricidad respecto de un punto emisor, donde también deberíamos pensar esa excentricidad respecto de la variable temporal, donde el proceso de transferencia desde un lugar a otro debe ser revisado desde la compleja trama de relatos y discursos que, en este caso, legitiman una práctica arquitectónica determinada, convirtiéndola en referente historiográfico dentro de un proceso continuo.
Creemos que uno de los representantes de ese proceso será el arquitecto Alfredo Vargas Stoller , activo en Valparaíso entre las “décadas decisivas” (1930-1970), con un legado que deviene de un corpus de obras así como de un pensamiento que está tempranamente manifiesto en la mítica revista Arquitectura .
Vargas Stoller participa activamente de la vida social y cultural de su época, sin embargo fue en la acción profesional y gremial donde más cuestiones nos deja en la línea de base para un posible análisis de su representatividad como uno de los ejemplos preclaros de este peculiar tránsito a la modernidad .
Dos de sus obras más emblemáticas incluidas en los lindes de esas “décadas decisivas” son el índice de esa modernidad en tránsito. Claramente nos referimos al Edificio de la Cooperativa Vitalicia de 1937 y al Edificio Esmeralda, cuyo proyecto original que data de 1961.
En el primer caso podemos observar el testimonio del uso de los códigos formales del art decó en la composición de su fachada, así como el uso tecnológico del hormigón armado y el bloque de vidrio de pretensión estructural en las cajas de escala, todo lo cual son índices concretos de las decisiones proyectuales influidas por ese tránsito.
En el segundo caso el uso del hormigón y los perfiles metálicos permiten entender el uso de la densidad en altura como un desafío para la rentabilidad de la tasa de ocupación útil, en un estrecho frente plisado de rigurosa ortogonalidad en planta que permite dar mayor visibilidad a la fachada.
En ambos contextos cada uno de estos edificios significó una disrupción en el continuo de la ocupación de la manzana de pie de cerro, por lo que retrospectivamente el impacto sobre la preexistencia fue enorme, sin embargo en su momento ese impacto no fue considerado dañino sino que más bien todo lo contrario, en la medida de lo que podemos documentar a través de la mediación de fuentes que circulan desde el centro de la periferia hacia la periferia de la periferia.
Nos referimos a las publicaciones periódicas, de las cuales tenemos sendos balances de la actividad edilicia porteña en dos cortes temporales que coinciden con estos edificios: la revista ZIGZAG de 1937 y la revista Construcción de 1962 , entremedio de lo cual opera en el mismo sentido la revista Arquitectura y Construcción de 1947 , todo lo cual nos permite dimensionar el impacto de Valparaíso en la construcción de una cultura arquitectónica nacional que no será proactiva en la valoración de sus activos patrimoniales hasta después de las “décadas decisivas”.
Por lo anterior es que en Valparaíso el denominado Patrimonio Moderno sea sólo un momento específico muy acotado que para su correcta valoración debe ser puesto en un proceso de larga duración que permita hacer de esa circulación una periferia que salga de la periferia, para no entramparnos en una espirovía viciosa.

José de Nordenflycht
Presidente ICOMOS Chile

Ponencia presentada al 3er Seminario docomomo_cl , Valparaíso 18 al 21 de noviembre de 2009

3 comentarios:

aalpez. dijo...

Junto con saludarlo
Sr. Nordenflycht
Junto con saludarlo.
Personalmente viví momentos importantes de mi infancias en el edificio de la Cooperativa Vitalicia, aún recuerdo los años nuevos que pasábamos con mi tía Lila, quien era dueña del departamente. Jugabamos con mis hermanos, en los rincones y pasajes del edifcio, o en la terraza, por donde mirábamos el espectáculo de año nuevo sobre la bahía de la ciudad, y con una vista priviligiada en ese entonces, tb. recuerdo la cocina de tipo americana, enchapada en madera, y con unas tramas dibujos tallados como celosías. En fin, el edificio nos regalaba algo que estaba con su alrededor, como si el entorno girase en relación a este, epicentral o con un pie que anclaba sobre su entorno, desde el cerro hasta encumbrarse con los balcones del cementerio católico del carro Panteón que está por detrás de la fachada, en silencio, mientras en el espacio público recorría con la vida mundana, el ruido, con el Cinzano, la Librería Stevens, la Plaza Aníbal Pinto, el monolito de Zeus, la galería Condell y el café Riquet...etc, elementos que construyen un escaño vivo del edificio. Pero con el paso de los años, a observado la falta de estacionamientos, por lo que ha ido mutando su destino habitacional, al de oficinas, o vivienda para estudiantes, profesionales jóvenes. Sin embargo no caduca en su vigencia, de hacer girar su entorno sobre el pie de cerro... es como un pie con zapatos, ya que reconoce la estructura del cerro como un elemento único y con identidad en su interior, recorriendolo infinitas veces.
Atte.
Adolfo López
arquitecto
8.7998043
www.arkit.cl
http://sites.google.com/site/arkitechtramas/

ICOMOS CHILE dijo...

Estimado Sr. López, gracias por compartir su memoria de habitante. Tan importante como desentrañar las historias de sus gestores y diseñadores, igualmente necesarios es rescatar la memoria viva en el recuerdo de quienes habitan en el retorno de sus recuerdos.
Por lo demás "un pie con zapatos" es una imagen entrañable.

Saludo Cordial

José de Nordenflycht

Anónimo dijo...

Estimado sr Lopez junto con saludarlos, me doy cuenta que a parte de sus vivencias personales, usted no sabe mucho de este tema, quizas es porque usted no paso por la iniversidad o no sabe nada de arquitectura y urbanismo, por esta razon le pido que se dedique solo ha comentar de sus borracheras en el cinzano y deje las orgias con su tia para un magazine de dirio local.

Saludos

Fernando SanPaolo
Arquitecto
Magister en Planificacion Territorial
Universidad de Barcelona