Por la historia sabemos que Homero fue el más importante de los poetas griegos y era ciego. Por el mito sabemos que Tiresias fue el más importante de los videntes griegos y, también, era ciego.
Por la historia y por el mito, entonces, podemos concluir de entrada que desde los antiguos griegos la ceguera, más que una condición es un estado, es decir un tránsito desde la posibilidad de ver hacia la construcción de la mirada. Y como dice el dicho popular: no hay peor ciego que el que no quiere ver, por lo que –simétricamente- se podría responder desde las fotografías de Sergio Larraín que no hay mejor fotografía que la que da el ver. Y así y todo todavía ver no es mirar.
La primera vez que pudimos mirar las fotografías de Sergio Larraín fue en el catálogo de la exposición retrospectiva que le hizo el IVAM de Valencia el año 1999. En esa publicación una selección de la serie fotográfica sobre Valparaíso fue publicada como un capitulo del mismo, las que a su vez habían sido publicadas en su totalidad como un libro en 1965 y reeditadas recién en 1991, ya que en rigor son tomas anteriores datan de entre 1957 y 1963.
Doy cuenta de esa relación cronológica pues esas tomas fotográficas se me aparecieron en un momento que era muy álgido para la ciudad, en tanto justo ese año sus administradores fracasaban en su ansiosa primera presentación del expediente de la ciudad a la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Obviamente después se anotaron un éxito por todos conocido, el que nos recuerdan todos los días a partir de las políticas de difusión de una gentrificación urbana de baja intensidad.
Esta sincronía nos permite reconocer como aparece una doble ceguera, muy distinta en su origen y por cierto en sus efectos, ya que por un lado está la ceguera de quienes no quieren ver que Valparaíso aparece ahí justo en aquello que padece una obsolescencia irreversible, y por otro lado la ceguera implícita de aquello que el bueno de don Sergio -a veces nuestro Homero, otras veces nuestro Tiresias- tuvo a bien fotografiar en su día.
En medio de lo cual este proyecto editorial con el que hoy día el FIFV celebra la posibilidad que inauguran estas fotografías es muy cuidadoso en poner en valor la dimensión relacional del patrimonio donde todos nosotros -habitantes, vecinos, ciudadanos y aún turistas permanentes de Valparaíso- dejamos impresa nuestra palabra a partir de algo que nos hace ver la mirada del otro, en un acto de solidaridad con las generaciones futuras.
Una ceguera infinita, siempre.
José de Nordenflycht
Presidente de ICOMOS Chile
* Brevísima nota a propósito del homenaje editorial del FIFV a Valparaíso de Sergio Larraín, hoy día un gran hombre póstumo.
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