mayo 02, 2013

Patrimonio y Entorno































El domingo 28 de abril alrededor de las 11:30 de la mañana se originó un grave incendio que afecto a un edificio que forma parte del Patrimonio Arquitectónico Moderno de nuestra ciudad, el Mercado Central de Concepción. 


Ya en una carta al director del Diario El sur los arquitectos y académicos de la Universidad del BioBio, Gonzalo Cerda, Pablo Fuentes y Cristián Berrios, del 2 de abril pasado, señalaban que “…nos asiste la convicción que se trata de una obra perfectamente reutilizable, ya sea para rehabilitar su actual función o para la implementación de una nueva, manteniendo su estructura”. Ésta convicción pareciera quedar descartada con lo anteriormente señalado. No es así. 


Por otro lado, y desde Santiago, el arquitecto Miguel Lawner, en una carta abierta al Colegio de Arquitectos de Chile emplaza a éste organismo colegiado a actuar rápidamente para “…organizar con rapidez las acciones que sean necesarias para defender este digno trozo de nuestra historia”.


Ahora bien, el valorar el contexto del proyecto del incendiado mercado, tanto histórico como arquitectónico, que lo une a la transformación de la ciudad de Concepción posterremoto de 1939, como el trabajo de los arquitectos Ricardo Müller y Tibor Weiner, no debe conducir nuestro “duelo” a convertir este espacio en una postal de la ciudad. ¿Qué digo con esto? La pérdida del edificio da cuenta  un proyecto que busca dar expresar la forma de vida de Concepción. El hecho material de la obra no tiene sentido sin su propósito, el albergar una actividad que sustentablemente se refiere el contexto ambiental de la ciudad: su clima. Éste gran espacio interior, una gran plaza que cubre a los ciudadanos de una característica esencial que se daba con mayor fuerza hace ya casi 70 años, la lluvia. Entonces, cuando hablamos del entorno y la obra arquitectónica, no tan sólo hay que fijar la vista en la pérdida de la pieza arqueológica de la tecnología moderna del Chile de la década de 1940, sino del proyecto social detrás, bien lo ha manifestado en este sentido en varios trabajos el arquitecto Pablo Fuentes. 


Hoy, ante el descalabro de lo que significa para un grupo reducido de investigadores, arquitectos, historiadores, etc, ésta tragedia, no es nada para más de doscientas familias. La proyección de la pérdida (esperemos momentánea) de un patrimonio arquitectónico excepcional traspasa dicha esfera para instalarse en un cambio voraz de la imagen de Concepción por parte de la especulación inmobiliaria. Lo que alguna se exaltaba visualmente en afiches de la conmemoración del cuarto centenario de la ciudad en 1955, radicado principalmente en un desarrollo sostenido por obras modernas, se desdibuja a algo que no sabes sus reales alcances. Ya no tan sólo es un problema de gestión pública como señala el arquitecto-.restaurador Carlos Inostroza, al señalar que “el Plan Regulador de Concepción lleva décadas sin incluirlo como Inmueble de Conservación Histórica” (cita de comentario extraído de un diálogo de la red social Facebook); sino que también lo que implica el valor histórico del entorno (parafraseando a Marina Waisman).


En ciudades donde proyectos urbanos y arquitectónicos se superponen, cobran con más fuerza espacios comerciales y barrios con éstas cualidades. Donde al parecer nuestro nuevo barrio y forma de vida se adaptan a los grandes almacenes (Mall), cabe hacerse una pregunta ¿Cuál es el es paisaje Cultural de Concepción?








Javier Ramírez Hinrichsen, Historiador del Arte, Profesor Universidad de Concepción
Representante de ICOMOS Chile antre la Comisión Asesora Regional de BioBío del 
Consejo de Monumentos Nacionales







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