octubre 11, 2008

Las lecciones de Québec


Hace una semana terminó en Québec la 16 Asamblea General de ICOMOS.

Luego del intenso trabajo desarrollado por diez días, podemos avanzar algunas notas que, lejos de establecer dogmáticas certezas, por lo menos nos ayudan a instalar algunas reflexiones sobre lo visto y compartido en esa ocasión tan necesaria de encuentro con nuestros colegas de todo el mundo, donde pudimos establecer aprendizajes vinculantes en cada momento.

Algo así como las lecciones de Québec.

La primero es la lección de nuestra heredad. Esto dice relación con el evidente cambio que supone el alejamiento de la gestión de un consolidado cuerpo de autoridades que debieron dejar de seguir optando por la reelección. Presidente, Vicepresidentes, Secretaria, Tesorero y representantes del Comité Ejecutivo, todos nuevos en sus funciones, dando cuenta de este cambio que se concretaría en base a la voluntad manifiesta por la representativad democrática de las nuevas autoridades.
Claramente dejamos atrás una época en donde el ICOMOS suponía un reducido grupo de especialistas concentrados en su intercambio científico y humanista para la construcción de una masa crítica a desplegarse en los afanes de la salvaguarda patrimonial, dando paso a un ICOMOS en donde la complejidad político-técnica de las operaciones supondrá el desafío de un dinámico y proactivo trabajo.
Estamos ciertos de que estos cambios no desnaturalizarán el propósito inicial de ICOMOS, pero es imposible no sustraerse a la nostalgia de las palabras de despedida del Tesorero saliente Giora Solar, que resonaran desde lo hondo del Palais Montcalm, recordando lo importante que es saber de donde venimos.

Lo segundo es la lección de nuestra realidad presente. Aquí creemos que debemos estar atentos a evitar la desconexión entre nuestros afanes doctrinarios y deontológicos con las coyunturas que suponen el despliegue de amenazas sobre el “espíritu del lugar”. Paradoja tal si recordamos que en medio de una de nuestras excursiones un grupo de activistas ambientales vecinos de la Isla de Orleáns nos tuvieron que refrendar –amable y delicadamente como saben los canadienses- que mientras estabamos sentados en butacas legitimando a las autoridades nacionales y locales, esas mismas autoridades son las que movilizan proyectos de crecimiento económico en donde el patrimono sigue siendo una externalidad negativa.

Los tercero es la lección de futuro. No se puede construir futuro desde los problemas que suponen la comunicación entre los diferentes actores y regiones que representan a nuestra institución, la que tiene en su base la internacionalización, diversidad y multiculturalidad de sus miembros. El -nuevo- aplazamiento de la decisión sobre la extensión de las plataformas de trabajo que reconozacan al idioma español no es una buena señal al respecto, ya que más allá de sus fundamentos financieros, hay un equívoco de gobernabilidad que reproduce la exclusión del sistema internacional. La aprobación de importantes documentos doctrinarios como es la Carta Internacional de Itinerarios Culturales y la Carta Internacional de Interpretación y Presentación de Sitios Patrimoniales son un claro índice del sentido contrario de esta exclusión idiomática, en donde la lengua no sólo cumple un rol funcional sino que más allá de ello es parte de la necesaria representación cultural de la diversidad implícita en al Patrimonio Mundial.


José de Nordenflycht
Presidente ICOMOS Chile


fotografía: delegados a la XVI Asamblea General ICOMOS, Palais Montcalm, Quebéc.

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