Estimado Don Germán:
En primer lugar le agradezco que Ud. sin conocerme “de nada” y
sin saber “por qué contesta” mis comentarios haya dedicado a ello más
texto de lo que escribe en el catálogo “Cancha” del Pabellón de Chile en
Venecia. Espero que haya podido leer mi carta completa ya que “Plataforma
Arquitectura” sólo publicó la primera parte obviando lo referente a los
artículos del catálogo, lo que es imprescindible para entender mi opinión de
manera adecuada. Puede Ud. consultarla entera en la página del ICOMOS de Chile,
http://icomoschile.blogspot.com.es/2012/09/the-cancha.html
Me dice que tiene Ud. la certeza de que el Pabellón es “excelente y
se defiende solo” y que “si no pensara así no hubiera participado”. Tiene
Ud. suerte de participar nada más que en cosas excelentes, lo que se logra a
determinada edad, por la sabiduría o por la simple arrogancia. Los demás
mortales habitualmente participamos en cosas que tratamos que sean excelentes y
nos preocupamos por ir construyéndolas de esa manera. Personalmente participo
en muchas cosas que sin ser excelentes van en búsqueda de ello; eso sí, trato
de hacerlas en español y no en inglés.
Cuando no se vive en la excelencia, lo que le sucede a Ud. que reside
en lo que Ud. mismo llama una “República Provinciana”, no solamente hay que
buscar superar el aislamiento, sino perfeccionar, con los que vivimos
situaciones similares, la tarea común de reconstruir nuestra Patria Grande
americana.
Si su trabajo es el único que se refiere al término “Cancha” que define
la idea del Pabellón y el catálogo, y Ud. lo visualiza como una apertura hacia
lo común, no entiendo bien por qué se reducen las manifestaciones andinas a un
“Chilean soilscapes” apoderándose de realidades vecinas y buscando un
denominador común... en inglés.
Tampoco me explica en su carta por qué transforma las andenerías de
cultivo en “Canchas” que conceptualmente son otra cosa, y que por dimensión y
función resultarían imposibles de ser usadas como tales. Los andenes de Písac
generaban mucho más que flores, ya que alimentaban a buena parte de la
población del Valle Sagrado del Cusco y era esa su principal función.
Tengo que agradecerle la precisión de que el témpano que Chile llevó
al Pabellón de 1992 no era más que “un montón de cubos de hielo”. Esta
visión fragmentaria profundiza aun más la similitud con los cubos de sal que
colocan los “Curators” ahora en Venecia.
Don Germán, Ud. interpreta como “artista contemporáneo” a la cancha
como “un espacio público cuya utilidad práctica es reflejar el esplendor de
una cultura que es capaz de hacer aparecer la belleza haciendo algunas obras
por el puro gusto de hacerlas”. Nos advierte de la actual importancia de
ello “cuando casi todo el espacio público está privatizado y no hay espacios
vacíos de cosas, o sin utilidad práctica, con las que la gente sueñe”.
Coincido con Ud., pero tendría que explicarme cómo compatibilizamos esto con el
esfuerzo de su catálogo por demostrarnos las posibilidades de las inversiones inmobiliarias
en Santiago de Chile, la mención a los éxitos del neoliberalismo, la
importancia del índice Standard´s Poors para Chile y todos los otros discursos
que llenan las páginas donde no están sus lindas fotografías.
Yo también estoy orgulloso como Ud. de valorar nuestra herencia
artística precolombina pero la contemplo en la dimensión de nuestro horizonte
cultural americano. No me apropio de ella para reducirla a un territorio
inclusivo y por ende excluyente (Chilean Soilscapes), sino para tratar de
entenderla como el patrimonio común de chilenos, argentinos, bolivianos,
peruanos, ecuatorianos, colombianos y venezolanos. Discrepo con Ud. al
considerar que la cultura andina va “desde México a Chile”. Lo andino es
andino y ello no significa ningún menosprecio a las culturas de aztecas, mayas
y múltiples etnias mesoamericanas. El denominador común vino después de la
conquista europea y una de sus herramientas fundamentales, que es expresión de
nuestra identidad continental, fue el idioma español, el mismo que se ha
soslayado en su catálogo hecho en inglés.
Su arquitectura Don Germán, expresa en muchos casos los valores que
hemos reconocido de buscar relaciones con el sitio, el paisaje y las
tradiciones. No siempre logran, por razones de privacidad y costo económico,
esa amplitud de abrirse a la gente con el espíritu que Ud. propugna del espacio
público frente a lo privado. Su reflexión en arquitectura tiene, a mi criterio,
poca correlación con los mensajes que otros autores manifiestan en el catálogo
y en el Pabellón que Ud. pondera.
Los autores en su discurso oral han manifestado la importancia de la
“Competitividad” del Pabellón en Venecia. Nuestra tarea no está en la
competencia sino en la solidaridad, que es la forma de construir ese espacio
común. No es el Chile “sin límites” sino la América sin límites la que nos une.
No es Chile en competencia, ejemplificándose con los íconos de otros países
como el Perú, lo que ayuda a entender ese espíritu en común. Por algo es Ud. el
único que se centra en la “Cancha” en todo el catálogo.
Neruda vio a Machu Picchu ya construido y parcialmente reconstruido
con los ojos del poeta pero no “mejor que nadie”. Con ojos mejores lo
vieron las generaciones de las comunidades incaicas que construyeron el lugar.
Cuando hoy recorremos cualquiera de los pueblos andinos del Perú verificaremos
el sentido de pertenencia de las comunidades de sus obras y el sentido de que
“ellos” lo hicieron a través de los siglos. El trabajo solidario de “minga”,
que persiste en la región de Chiloé (tan ausente en el Catálogo del Pabellón) es
el que los hace sentir partícipes de los rasgos identitarios de culturas
seculares.
Puede tener la certeza Don Germán de que quiero ver. Quizás sea causa
de un enfoque diferente al suyo porque dependiendo del lugar desde donde se
mire nuestra América, el proyecto del territorio común se construirá por el
consenso y no por la apropiación competitiva. Mientras tanto Ud., con su
arquitectura, seguirá el otro refrán “En tierra de ciegos el tuerto es Rey”.
Un afectuoso saludo de
Arquitecto Ramón Gutiérrez
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