diciembre 23, 2007

¿Es el patrimonio moderno nuestra antigüedad?


¿Es la modernidad nuestra antigüedad? Con esta pregunta se dio inicio al debate en el contexto de la versión XII de la Documenta de Kassel, evento en el cual hace mucho los limites –aparentemente endogámicos- del arte contemporáneo han perneado hacia un debate mas amplio que tiene como telón de fondo a la cultura contemporánea. En ese contexto la contribución del historiador del arte chileno David Maulen, puede ser leída desde Cesare Brandi cuando nos insiste que la historiografía es el primer momento metodológico de la restauración.

En efecto, el texto de Maulen refiere al intento de poner en valor el enorme patrimonio artístico que supone el concepto de integración de las artes y utopía tecnológica integrada en el horizonte productivo de la obra construida para la reunión de la UNCTAD III, y que luego tuvo una azarosa supervivencia entre dos regimenes políticos antagónicos, los que además de forzar un metáfora política en donde se opone a Gabriela Mistral v/s un Diego Portales, supuso una acelerada obsolescencia y descapitalización patrimonial del inmueble y su contenido.

En este caso la paráfrasis de la pregunta deviene sola: ¿es el patrimonio moderno nuestra antigüedad? Como la lógica indica en estos casos, claramente el deterioro del último año, acelerado por un incendio, supuso la reactiva propuesta para su intervención a partir de un concurso público internacional convocado por el Gobierno de Chile, con un debate que tiene dos aspectos convergentes: el nuevo programa y su nuevo diseño.

Sobre estos dos aspectos se han levantado voces legítimamente pertinentes e igualmente comprometidas, sin embargo creemos que hay un elemento del contexto de su significación -en tanto proyecto de arquitectura preexistente- sobre el que no se ha insistido lo suficiente, y que redundaría en la dimensión patrimonial de esta obra.

Es ahí donde volvemos sobre el primer leifmotiv enunciado de la Documenta XII, ya que claramente hemos sido testigos de como nuestra modernidad latinoamericana se ha convertido en nuestra antigüedad y la de toda el mundo occidental, a partir de la progresiva integración en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO de los sitios de mayor envergadura y complejidad que representan la transferencia y apropiación de la modernidad, como son: la ciudad de Brasilia, la Ciudad Universitaria de la UCV en Caracas y este año que va terminando el Campus Central de la Ciudad Universitaria de la UNAM en México D.F.. Todos éstos ejemplos de cómo se ha ido integrando al valor excepcional universal un tipo de representatividad y legitimidad que incluso antecedió a la presencia de los maestros del Movimiento Moderno en la Lista de la UNESCO .

Creemos que esta perspectiva se hace más pertinente aún después de que Daniel Swinburn, en una reciente entrevista realizada al arquitecto Cristián Fernandez Eyzaguirre, quien lidera el equipo ganador del Concurso convocado por el MOP, le pregunta:

Se habló antes y durante el concurso de remodelación del edificio de la posibilidad de botar la placa, para recomponer todo ese espacio con una propuesta que le devolviera el protagonismo a la Alameda, muy anulada por la ausencia de fachada del edificio actual. ¿En su proyecto, cómo soluciona este problema? ¿Qué porcentaje de edificio antiguo quedará en pie?

"Una alternativa extrema seria botar la placa... optamos por hacer un diagnóstico, para identificar cuáles eran las características negativas de esta placa intervenida, ya que no hay que olvidar que lo que tenemos hoy, frente a la Alameda, no es el proyecto tal como fue concebido, sino un edificio que sufrió drásticos cambios, durante el largo periodo, donde fue usado como sede de gobierno, Poder Legislativo y finalmente como Ministerio de Defensa, donde, por razones de seguridad, se instalaron rejas, se cerraron puertas y se suprimió el carácter más público que tenía el edificio.De ese diagnóstico se obtuvieron conclusiones claras e iluminadoras, que nos dieron luces de cómo intervenir el edificio, logrando conciliar nuevas propuestas, con el sentido histórico y patrimonial que indiscutiblemente tiene éste.Demoler la placa hubiera sido un error, estoy seguro de que en el contexto de la historia habría tenido un sabor de sobrerreacción, tal como en China Mao destruyó templos y signos que no coincidían con sus objetivos, o como el Senado Romano declaraba "Damnatio memoriae" el legado de los malos emperadores y destruían todo su legado. La humanidad ha perdido por ideologismos, tiranías o simplemente frivolidades innumerables veces un patrimonio valiosísimo e irrecuperable." (El Mercurio de Santiago, Cuerpo E, 23 de diciembre de 2007)

A partir de ello podríamos inferir que no estamos lejos de poder construir una cultura patrimonial nacional que no ponga en caminos divergentes y excluyentes al proyecto en obra nueva y al proyecto en obra preexistente, sino que más bien tienda cada vez más al reconocimiento de que la intervención en el patrimonio es una práctica relacional.

Por cierto podemos deslizar aquí una discusión en torno a si el edificio en cuestión pueda ser declarado Monumento Nacional y de ahí eventualmente integrar la Lista Tentativa que el Estado de Chile debe mantener en sus compromisos para con la Convención de Patrimonio Mundial de UNESCO… “soñar no cuesta nada”, dirán algunos, sin embargo esta especulación es válida si se considera que esos son simplemente medios, los que deben considerar antes y después el fin de cautelar la autenticidad e integridad de la obra, como esperamos sea el propósito a considerar en su próxima intervención, sin aún ni siquiera estar “clausurado” el edificio al encuentro de su futuro.



José de Nordenflycht
Presidente ICOMOS Chile

(imagen del proyecto en http://arquitectura.mop.cl/)

No hay comentarios.: