mayo 28, 2006

REFLEXIÓN EN EL DÍA DEL PATRIMONIO



En el contexto de la reflexión generada por la celebración del día nacional del patrimonio, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes publicó en su sitio web la siguiente entrevista realizada al Presidente de ICOMOS Chile:

¿Qué entiende por Patrimonio?

Lo que el debate internacional ha llegado a consensuar hoy en día como la definición de patrimonio tiene tres alcances convergentes. El primero de tipo espistemológico, donde el patrimonio es conocimiento preexistente, el segundo de tipo metodológico, donde el patrimonio es una manera de hacer productiva la memoria y finalmente un tercero de tipo deontológico, donde el patrimonio es la referencia de una parte importante de los consensos adquiridos respecto del proyecto futuro de una sociedad.
El patrimonio así entendido está más cercano a una utopía en su sentido más literal, por lo que quienes nos hacemos cargo de ello en nuestro trabajo cotidiano debemos estar conscientes de que administramos la obsolescencia. De ahí que la responsabilidad con la generaciones futuras y el escepticismo en la ruina hayan sido dos condiciones inequívocas de la figura que permite condensar lo que ha logrado movilizar la cultura patrimonial en los últimos doscientos años, período durante el cual -como nunca antes en la Historia- la sociedades han necesitado producir patrimonio, el que se conoce porque se recuerda y se recuerda para los que vendrán, por pura nostalgia del futuro.

¿Cuál es el aporte de la Historia el Arte al Patrimonio en Chile?

En base a la pregunta anterior, claramente debemos asumir que la Historia del Arte es el primer momento metodológico de la intervención en el patrimonio, sea éste de la naturaleza que sea en tanto se produzca, circule y se inscriba en el campo artístico.
Esto que es muy simple de enunciar encierra una compleja paradoja, ya que ahí donde sea mayor la ortodoxia y conservadurismo metodológico esa historiografía será menos útil, ya que restringirá las posibilidades de caracterizar objetos y prácticas a un campo artístico limitado, por ejemplo lo que antaño denominábamos como bellas artes.
Por el contrario, mientras se mayor la heterodoxia y la innovación se ampliará de manera mucho mayor el concepto que opera sobre la consideración de lo que son hoy en día las prácticas artísticas. La paradoja es que en términos estrictamente patrimoniales los historiadores del arte debemos hacernos cargo de la conservación de las primeras para que les sean útiles a las segundas, considerando siempre la posibilidad de que estas segundas sean sólo parte de una concatenación mayor que proyecta esa necesidad primera de manera continua en un futuro posibilitado por nuestro trabajo.
En concreto, esto significa que hoy en nuestro país debemos darle un sentido orgánico a nuestro trabajo a través de la responsabilidad ética en el manejo de nuestros objetos de estudio, donde todo lo que hagamos –o dejemos de hacer- afectará tarde o temprano su puesta en valor, mucho más allá de las legitimaciones especulativas del mercado, las curatorías o la crítica de arte.
Entonces, la pregunta anterior a ¿cuál es el aporte? -como si sólo fuera una circunstancia eventual- debería ser ¿qué tan preparados estamos como sociedad para asumir un estatuto disciplinar que permita el desarrollo del rol que ha tenido la Historia del Arte en los procesos de puesta en valor del patrimonio en el mundo?

¿Cuál es la importancia hoy día en Chile de hablar de Patrimonio urbano?

La sociedad chilena contemporánea ha dado importantes señales respecto de la necesidad de reclamar su derecho al patrimonio, lo que ha movilizado a sectores de la administración del territorio local, regional y nacional, los que han puesto en su agenda esta demanda.
Sin embargo, pese a esta mayor visibilidad el problema sigue un complejo problema sobre el cual no se actúa proactivamente en correspondencia de esa “carencia sectorial”, la que se sublima y se imposta como un deseo. Nadie podría obviar en estos últimos años como hemos asistido a una patología social de “memoria insatisfecha”, equidistante del camino de vuelta desde el cual vienen las sociedades europeas con sus reclamados “abusos de la memoria”, donde ya se ha comprobado que la memoria se puede cooptar sistemáticamente a través del control simbólico del monumento.
En ese contexto la relevancia del patrimonio urbano es clave, ya que es el ámbito en donde los propietarios tienen la oportunidad de convertirse en vecinos y los vecinos en ciudadanos. Con todos los efectos que, por sobre las estructuras, los materiales y el diseño, logran conformar los modos de vida de cuyos testimonios dan cuenta las distintas etapas históricas de una ciudad no sólo “en” sus monumentos, sino que desde la posibilidad activa de una continua apropiación de sus significados.

Ver en : www.consejodelacultura.cl/index.php?op=articulo&artid=3386

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